El Dr. Oscar Cáceres, director médico de la Unidad SHC Medical del Hospital Viamed Santa Ángela de la Cruz de Sevilla, explica los síntomas de las intolerancias alimentarias, ahonda en las razones de su aumento y propone algunas claves para que el sistema inmunológico madure.
¿Cómo podemos saber si tenemos una intolerancia alimentaria?
Muchas personas desconocen que sufren esta patología porque no piensan que su migraña o sus síntomas digestivos puedan estar causados por un problema alimentario. Dan como normal tener gases, diarreas, ser extreñido o hincharse después de las comidas, pero es patológico, no es una sintomatología habitual. Sin embargo, nos hemos acostumbrado a vivir con ellos y a ver anuncios en televisión sobre medicinas para hacer frente a los gases o yogures que te facilitan ir al baño con regularidad.
¿Cuáles son los síntomas más desconocidos?
Vértigos, trastornos del sueño y de la memoria, sensación de hormigueos por brazos y piernas, taquicardias, palpitaciones, estar hinchado y con sobrepeso para lo que uno come o para el ejercicio que lleva a cabo, deshidratación de los discos intervertebrales, dolores musculares o articulares, artritis, dermatitis atópica, acné, etcétera.
¿Por qué están aumentando las alergias e intolerancias alimentarias?
– Por las condiciones de vida hoy en día: Cada vez se come peor, no porque los alimentos sean de peor calidad, sino porque cada vez están más manipulados. Por ejemplo, las frutas se cogen antes de que maduren, de hecho, maduran en cámaras frigoríficas. Estudios han demostrado que cuando el árbol se fumiga con determinados insecticidas, la fruta expresa una serie de proteínas denominadas proteínas de defensa vegetal que no se expresarían si no se fumigara. Estas proteínas que no deberían estar ahí son, principalmente, las que más alergia producen y las más reactivas al sistema inmunológico.
– Por la contaminación ambiental: Algunos estudios revelan que en los países desarrollados e industrializados se produce una mayor incidencia de alergias por la contaminación. Por ejemplo, cuando las moléculas van vehiculizadas por partículas de los motores diésel son mucho más alergénicas.
– Por el sistema inmunológico: El sistema inmunológico de las personas es quizá más endeble que años atrás. A los niños se les vacuna con el calendario vacunal pero, antiguamente, cuando no existían estos avances médicos, los niños cogían procesos infecciosos y el sistema inmunológico aprendía a madurar conforme se iba desarrollando el niño. Hoy en día, la sobreprotección del niño -que no contacte con animales o esterilizar el chupete y los biberones- está haciendo que su sistema inmunológico se quede inmaduro y no se desarrolle con normalidad y, por tanto, favorece la aparición de alergias. Así mismo, están aumentando las parasitosis infantiles intestinales que favorece el desarrollo de intolerancias alimentarias.
– Por la globalización: Uno va al supermercado y se encuentra alimentos que nunca antes había comido. Desde pequeños nuestro sistema inmunológico no ha sido educado para tomar esos alimentos y cuando somos mayores pues nos encontramos con más problemas para poder tolerarlos.
¿Qué habría que hacer entonces?
Habría que vivir de una manera mucho más natural. Está comprobado que no existen tantas alergias en niños de etnia gitana en comparación con el resto de niños y que en el tercer mundo no existen las alergias. Prácticamente, es una enfermedad de los países desarrollados y está en claro aumento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) está alarmada por el aumento de las alergias y de los problemas alimentarios y piensa que de aquí al 2030 van a ser las enfermedades más prevalentes y que pueden llegar a afectar el 60% de la población mundial, principalmente en las zonas desarrolladas.
¿Resumiendo?
Quizá deberíamos volver un poco más a cómo se vivía antes. Esto no significa que no haya que vacunar a los niños. De momento y hasta que se demuestre lo contrario, el calendario vacunal es positivo y evita coger infecciones que pueden complicarse. No obstante, los padres pueden intervenir a otros niveles, por ejemplo, si se cae el chupete al suelo tampoco pasa nada por enjuagarlo con agua, o los biberones se pueden limpiar con agua y jabón y no hace falta hervirlos o esterilizarlos con cualquier método químico. Es necesario que el niño entre en contacto con bacterias y con virus para que su sistema inmunológico se desarrolle con normalidad y madure.