La intolerancia alimentaria es muy frecuente a edades tempranas donde el tubo digestivo está “aprendiendo” a tolerar los alimentos y donde los niños, a menudo, pasan por procesos víricos e infecciosos que alteran la permeabilidad intestinal, lo que puede provocar que los alimentos se absorban de manera anómala, siendo más frecuente, por ello, la aparición de estas intolerancias. ¿Cómo identificar los síntomas en niños de corta edad que no saben explicar qué les pasa? Entrevista al Dr. Oscar Cáceres Calle, alergólogo e inmunólogo clínico y director médico de la Unidad SHC Medical del Hospital Viamed Santa Ángela de la Cruz de Sevilla.
¿Qué síntomas pueden indicar a los padres que su hijo tiene una intolerancia alimentaria?
Una intolerancia alimentaria puede darse a los pocos meses de nacer, desde que los bebés abandonan la lactancia materna pueden empezar los primeros síntomas: a nivel del tubo digestivo –digestiones pesadas, diarreas, estreñimiento, gases, molestias- y a nivel cutáneo –piel atópica-. Cuando los niños van creciendo, se pueden quejar de dolor de barriga, cabeza y es muy típico también el dolor de piernas. En algunos niños las intolerancias alimentarias provocan retraso en el crecimiento, en peso y en talla, lo que al pediatra le hace sospechar de un problema alimentario.
Constatada la sospecha, ¿cuál es el protocolo a seguir antes de buscar un diagnóstico adecuado?
Si hay afectación de varios aparatos o sistemas, por ejemplo, síntomas cutáneos, digestivos y dolores de cabeza o de piernas es más fácil pensar que es un problema alimentario. Además, si existen antecedentes familiares de intolerancias alimentarias en padres o hermanos mayores es probable que el niño también tenga intolerancia.
¿Qué pasos se deben dar una vez la sospecha de que el niño padece una intolerancia alimentaria concreta se convierte en certeza?
Ante la sospecha, poner en conocimiento del pediatra estos síntomas, que determinará si tiene que derivar el niño a un médico especialista en el estudio de estas patologías alimentarias. De no ser así, que sean los propios padres quienes acudan a un alergólogo o inmunólogo especialista en patología alimentaria, que se encargará de realizar unos estudios analíticos en los cuales se confirmará qué tipo de intolerancia alimentaria tiene.
¿Cuáles son los síntomas de la alergia alimentaria, por diferenciarla de la intolerancia?
En la alergia los síntomas son generalmente inmediatos a la ingesta del alimento y afectan a distintos aparatos o sistemas –respiratorio, digestivo y cutáneo-. Hablamos de vómitos, diarreas, tos, sibilancias, broncoespasmos, urticaria, eccema… En ocasiones, los síntomas son severos dando lugar a crisis de anafilaxia.
¿Qué variaciones en la vida de un niño de corta edad puede suponer padecer una intolerancia alimentaria o una alergia a determinados alimentos?
Un niño diagnosticado de intolerancia o alergia alimentaria tiene que seguir una dieta de exclusión del alimento hasta que se pueda reintroducir con seguridad. En la mayoría de los casos, tanto las alergias tempranas diagnosticadas en las primeras edades de la vida como las intolerancias se pueden curar en niños. Hay que ser mucho más estrictos con la alergia porque, en algunas ocasiones, puede poner en peligro la vida del niño. Lo habitual es que los niños alérgicos que han sufrido anafilaxia tengan a mano adrenalina autoinyectable en dosis pediátricas; también pueden disponer de corticoides o antihistamínicos si el especialista lo considera oportuno. Los padres tienen que estar aleccionados para el uso de este tipo de medicación.
¿Es para toda la vida?
La mayoría de los niños con alergia al huevo o a la leche detectada en los primeros meses o años de vida se supera antes de los seis años de edad. Si no superan la alergia se están ensayando desensibilizaciones. La mayoría de las intolerancias se pueden superar en cuestión de meses o si acaso pocos años.
¿Cómo explicarle a un niño que es intolerante o alérgico alimentario?
Nos sorprenderíamos de lo listos y responsables que son los niños, a veces dan lecciones a los adultos. A los que tienen uso de razón se les explica que no pueden tomar el alimento porque se ponen malos y lo entienden a la perfección. Muchas veces, por ejemplo, son ellos mismos los que van a cumpleaños y avisan de que no pueden comer un determinado alimento. En la primera infancia la labor va a recaer principalmente en los padres porque los niños no tienen uso de razón y son ellos los que hacen la dieta por el niño y están vigilantes. La peor época es, sin duda, la adolescencia y pre-adolescencia, donde los padres no pueden vigilar constantemente al joven y esta edad es complicada hacer bien la dieta. Éste sale con los amigos y quiere comer lo mismo y piensa que no va a pasar nada por probar un poco.