Entrevista al Dr. Cáceres sobre el sistema inmunológico y cómo gracias a una alimentación equilibrada éste se fortalece y nos defiende de enfermedades.
En España, la dieta mediterránea aporta gran cantidad de frutas, verduras, cereales integrales, grasas sanas y fuentes de omega 3. Sin embargo, la globalización ha ido dejando de lado las costumbres de la dieta mediterránea e incorporando alimentos procesados con colorantes, conservantes y edulcorantes artificiales, grasas saturadas y azúcares refinados.
Basar nuestra alimentación en estos productos o tomarlos de manera excesiva, no solo altera el sistema inmunológico y su capacidad de defendernos, sino que también genera una inflamación crónica que, si no se trata, puede provocarnos síntomas y enfermedades que empeoren nuestra calidad de vida.
Las vitaminas son indispensables para que todos los sistemas del cuerpo funcionen de manera adecuada. Se encuentran en alimentos como frutas, verduras, pescados y carnes. En algunas personas no basta con tomar estos alimentos y necesitan suplementación por tener sus valores bajos en sangre, como es el caso de la vitamina D.
Otra vitamina indispensable es la vitamina A, que nos ayuda a tener una visión sana, es buena para el crecimiento y reparación de los tejidos del cuerpo, así como para fortalecer las vías respiratorias.
Minerales como el Hierro es necesario para fabricar hemoglobina que es una proteína de los glóbulos rojos encargada de transportar oxigeno de los pulmones al resto del cuerpo, fortaleciendo así el sistema inmunológico y el sistema endocrino.
El Zinc es fundamental, ya que participa en la división y crecimiento de las células, en la metabolización de los carbohidratos y en la cicatrización de las heridas.
El Selenio ayuda a proteger el cuerpo de infecciones y reparar el daño causado por los radicales libres (alimentación industrial, estrés, contaminación ambiental, etc.), siendo necesario para la función de la glándula tiroidea, la producción de ADN y la reproducción humana.
Todas estas vitaminas y minerales los podemos encontrar en:
- Los frutos del bosque (arándanos, moras, frambuesas), por su poder antioxidante.
- Cítricos como naranja, kiwi, pomelo, mandarina, limón, por su alto contenido en vitamina C.
- Verduras como cebolla morada, repollo, espinacas, col rizada, coliflor, por su alto contenido en antioxidantes y anticancerígenos.
- Zanahoria y calabaza, por su gran biodisponibilidad de vitamina A (carotenos).
- Carnes magras que aportan proteínas de buena calidad indispensables para la producción de anticuerpos, así como Hierro, Zinc y Vitamina B12.
- Pescados grasos por su aporte de ácidos grasos omega 3 y vitamina E.
- Grasas sanas como el aguacate rico en vitamina C, E, K, BB6, riboflavina, ácido fólico, magnesio y potasio.
- Legumbres por su alto contenido en proteínas minerales y fibras.
- Huevos de gallina y de codorniz, por su disponibilidad de proteínas y vitamina D.
El estilo de vida también es beneficioso para el sistema inmunológico: evitar el tabaco, el alcohol, intentar dormir mejor y practicar deporte. El ejercicio produce cambios en los anticuerpos y los glóbulos blancos favoreciendo su circulación, además ayuda a liberar endorfinas que se encargan de aumentar nuestro estado de bienestar y equilibrio emocional.
Por último, destacar la importancia de aprender a manejar el estrés, ya que en situaciones estresantes nuestro cerebro apunta a las glándulas suprarrenales para liberar más cortisol, lo que produce que el sistema inmunológico aumente el número de fagocitos y células killer (asesinas) naturales del cuerpo, ralentizando así la división de las células inmunitarias especializadas en mantener el equilibrio y el estado de salud general en nuestro cuerpo.