Cuando los alimentos provocan una respuesta inmune inflamatoria

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  • Determinar los alimentos inflamatorios puede mejorar, e incluso prevenir, la aparición de enfermedades autoinmunes, al reducir la inflamación provocada por el sistema inmunológico.
  • Las sensibilidades alimentarias son muy difíciles de diagnosticar, ya que requiere de técnicas de laboratorio inmunológicas celulares.

Son muy conocidas algunas patologías alimentarias inflamatorias, como la alergia y la celiaquía, donde se activa el sistema inmunológico por distintos mecanismos. Sin embargo, la enfermedad alimentaria inflamatoria más prevalente e importante sería la sensibilidad alimentaria, siendo mucho menos conocida tanto por los profesionales de la salud, como por los pacientes. Esto puede ser debido a su complejo diagnóstico, ya que requiere de técnicas de laboratorio inmunológicas celulares que, en la actualidad, no están disponibles en los laboratorios clínicos.

Cuando un paciente tiene sensibilidad a un alimento, al comer ese alimento se produce una respuesta inmunológica en la cual las células del sistema inmune liberan sustancias inflamatorias, provocando una inflamación crónica de bajo grado, que va a dar lugar a cambios o alteraciones en los distintos órganos o sistemas, provocando una gran diversidad de síntomas digestivos, cutáneos, osteomusculares, urinarios, respiratorios, neurológicos, e incluso psicológicos.

Para diagnosticar la sensibilidad alimentaria, hacen falta test inmunológicos donde se estudia la respuesta celular frente al alimento, como el Test de Medición de Histamina o TMH.

DIETA ANTIINFLAMATORIA

Cuando un paciente tiene una respuesta inmune de sensibilidad alimentaria, es muy importante detectar esos alimentos que activan su sistema inmunológico para poder hacer una dieta terapéutica, que en sí misma es antiinflamatoria, porque, al evitar la respuesta inmune que se produce, estamos evitando la liberación de mediadores inflamatorios.

Esa liberación ocurre en primer lugar en el tubo digestivo, que es donde contacta el alimento con el sistema inmunológico de las mucosa. Ahí ocurriría una activación celular, y la posterior liberación de las sustancias inflamatorias contenidas en las microvesiculas de su interior. Esto provocaría una disfunción de la mucosa digestiva. Dependiendo del grado de inflamación, puede dar lugar a que se alteren algunas enzimas, apareciendo determinadas intolerancias secundarias (a la lactosa o fructosa), y si se mantiene en el tiempo, se podría incluso llegar a provocar una alteración de la microbiota y de la permeabilidad intestinal, impidiendo el correcto funcionamiento del tubo digestivo.

ENFERMEDADES AUTOINMUNES

Esa microbiota está íntimamente relacionada con enfermedades inflamatorias. Cada vez más estudios apuntan que la alteración de la microbiota favorece la aparición de enfermedades crónicas, como la diabetes, la obesidad o la enfermedad inflamatoria intestinal. Por tanto, es crucial determinar los alimentos inflamatorios para poder actuar e incluso prevenir la aparición de enfermedades.

En nuestra experiencia, cuando aquellos pacientes con enfermedades autoinmunes como tiroiditis, artritis seronegativa o psoriasis hacen la dieta terapéutica, se consigue modular la respuesta inmune. No es que el origen de estas enfermedades autoinmunes esté en los alimentos, pero está claro que reducir la inflamación del sistema inmunológico puede mejorar estas enfermedades.

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