A poco más de un mes para que comience la primavera, entrevistamos al Dr. Oscar Cáceres, alergólogo e inmunólogo clínico de la Unidad SHC Medical del Hospital Viamed Santa Ángela de la Cruz de Sevilla.
- Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), cerca de 2 millones de niños en toda España (el 25% de la población infantil) padece algún tipo de enfermedad alérgica, y el porcentaje va en aumento (un 2% cada año). ¿A qué es debido?
En primer lugar, a factores ambientales. Vivimos en ciudades cada vez más contaminadas. A mayor contaminación, más índice de alergias. La contaminación favorece que, a nivel respiratorio, determinados pólenes sean más alergénicos que lo que serían en ausencia de esa contaminación. Las partículas que emiten los vehículos diésel, las emitidas por las calefacciones y las emisiones de la industria al medioambiente crean un ambiente hostil donde las plantas también se defienden y se hacen más alergénicas para los humanos.
En segundo lugar, también se debe a factores alimentarios. Cada vez comemos alimentos más procesados y manipulados, menos naturales. Esto afecta al sistema inmunológico, que se vuelve más reactivo.
- ¿Se puede ser alérgico al polen desde bebé?
La enfermedad alérgica suele comenzar con lo que se denomina la marcha atópica. En los primeros meses de vida suelen ser más importantes patologías como la dermatitis atópica, las alergias alimentarias o la mala tolerancia a los alimentos. Los pólenes suelen aparecer más tardíamente, a partir de los 3 o 4 años.
- ¿Con qué síntomas hay que tener más cuidado?
El cuadro clínico puede ser leve o de corta duración provocando molestias nasales, pero a veces sí que puede haber cuadros más severos con afectación de ojos y de bronquios. Lo más típico es tener rinoconjuntivitis (picor, mucosidad acuosa, congestión nasal, crisis de estornudos, lagrimeo, escozor, enrojecimiento de ojos, molestias a la luz).
Si el cuadro se agrava puede aparecer el asma bronquial con diversas manifestaciones como la falta de aire, dificultad respiratoria, tos y pitidos. Se ha visto que un porcentaje importante de rinitis deriva en asma bronquial por lo que es importante el tratamiento precoz, es decir, empezar las terapias antes de que aparezca el asma bronquial.
- ¿Existen tratamientos que ayuden a los niños a aumentar su respuesta inmunológica frente a las alergias?
Existen dos tipos de tratamientos para la alergia, el primero y más conocido son los tratamientos sintomáticos: antihistanímicos (orales, nasales y oculares), corticoides (nasales, conjuntivales y bronquiales), broncodilatadores y antileucotrienos. Estos tratamientos se pueden tomar desde el nacimiento y son efectivos para tratar los síntomas alérgicos, pero no modifican el curso natural de la enfermedad.
El único tratamiento que es capaz de modificar el curso natural de la enfermedad y hacer que la alergia pueda remitir y que los pacientes no requieran de tratamiento sintomático es la inmunoterapia. Hay dos tipos, según la vía de administración: la vía subcutánea o inyectada y la vía sublingual. En niños, se está tendiendo cada vez más a indicar la inmunoterapia sublingual porque ha demostrado ser igual de efectiva que la inyectada, ahorrándose de tener que pinchar al niño todos los meses, además de tener menos efectos secundarios.
- ¿Qué otros tratamientos hay?
Para los casos severos de alergias se están estudiando tratamientos con algunos inmunomoduladores y anticuerpos monoclonales y bloqueantes de la IgE (por ejemplo, Omalizumab).
- ¿Cómo se realiza el diagnóstico de la alergia a los pólenes en la población infantil?
El diagnóstico en los niños se realiza igual que en los adultos, mediante pruebas cutáneas con distintos extractos de pólenes que pueden causar alergia. Si el niño tiene sensibilidad IgE mediada a esos pólenes, en cuestión de diez minutos se le va a originar una liberación de mediadores inflamatorios que le van a producir un habón en la piel (lo que significa un resultado positivo).
Por otra parte, las pruebas in vitro mediante la medición de IgE específica frente a los distintos pólenes ayuda a saber la sensibilidad principal que tiene el paciente, ya que a veces los pacientes alérgicos son polisensibilizados. Estas pruebas tienen la ventaja de que no solamente indican qué polenes son los positivos, sino que además cuantifica la cantidad de anticuerpos frente a dicho polen, que suele correlacionarse con una mayor gravedad.
En niños muy pequeños o lactantes donde no sea posible realizar las pruebas cutáneas se realiza mediante el análisis de sangre.